Thursday, March 28, 2024
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Sirviendo al Señor con todo

EL EVANGELIO EN MARCHA

Sirviendo al Señor con todo

(ÉXODO 8:25, 28; 10:11, 24)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia

 

INTRODUCCIÓN: ¿Por qué las plagas de Egipto? ¿Cuál era su propósito? A través de las plagas, Dios destrozó el poder impenetrable del Faraón junto con todos los ídolos egipcios. Con esto quedó demostrado que no hay otro como el Señor, quien tiene el poder y dominio sobre todas las cosas, las cuales las somete a su antojo y las manipula de acuerdo con sus propósitos. Pero las plagas también lograron quebrantar al pueblo hebreo quienes de igual forma confiaban en esos ídolos, comprobándose en esto la diferencia entre el poder del gran YO SOY frente a lo que no era nada. En ese país, como en ningún otro, se manifestó el Dios verdadero, junto con su amor y misericordia por su pueblo. Además allí se cumplió la promesa de liberarlos para hacer de ellos una nación grande y poderosa, conformando una nueva alianza que ha beneficiado a la humanidad. Entiéndase que Faraón era considerado como un dios egipcio, por lo tanto la batalla se dio entre el Dios de los cielos y el dios de Egipto. Pero la arrogancia de este hombre se puso en evidencia en el mismo momento que Moisés entró al palacio y le solicitó que dejara ir a su pueblo. Vea la forma como respondió: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Ex. 5:2). Bueno, el resto de la historia tuvo como fin demostrar quién era Jehová y su gran poder. Porque Faraón mantuvo su endurecimiento y terquedad hasta al final. A través de unos cómodos arreglos pretendió que el pueblo no se fuera de allí. Sin embargo, Moisés no negoció nada con el faraón. La posición de este singular líder nos recuerda que los hijos de Dios no deben ceder a las propuestas de este mundo para servir al Señor. Dios es digno de ser adorado con todo lo que tenemos porque nada tenemos que sea nuestro; todo lo recibimos de Él. ¿Cuáles son las propuestas que debieran ser rechazadas cuando se trata de nuestro servicio al Señor?

 

RECHAZAMOS LA PROPUESTA DE QUEDARNOS EN “EGIPTO” PORQUE ATENTA CONTRA EL LLAMADO DE SERVIR A DIOS v.8:25

 

1. En Egipto están los antiguos dioses. Moisés estaba consciente de la abominación que representaba para los egipcios adorar a otro Dios que no fuera el de ellos. Al hacerlo en Egipto estarían expuestos a la ira del pueblo mismo. V. 26. Pero lo era también para Israel. Aquel pueblo esclavizado por  años supo de todos los dioses que adoraban los egipcios. Observaban los ritos y las formas, así como a las distintas figuras a quienes ellos les rendían pleitesía, y ante quienes quemaban sus sacrificios. El llamado de Dios era para adorarle en el desierto. Así fue como él había dicho desde el principio: “Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le dirás: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios” (Éx. 3:18) De modo que frente a la petición de faraón de quedarse en su propia tierra para adorar a su Dios, Moisés se mantiene firme. La resolución de Moisés frente al Faraón nos recuerda que esa debiera ser siempre también nuestra posición. No cedamos a esta propuesta porque no es de Dios.

 

2. En Egipto está la esclavitud. Egipto representa al mundo con sus pecados que esclavizan. Representa aquel estilo de vida gobernado por la carne, el pecado y el príncipe de las tinieblas. La pretensión del “Faraón” es que podemos seguir adorando a Dios, pero que no hay necesidad de salir de “Egipto”. Tengo la impresión que algunos creyentes le han hecho caso a esta propuesta. Como el enemigo no puede arrebatar sus almas, por cuanto ya son salvas, pretende que ellos sigan sirviendo a su Dios, pero sin abandonar el lugar de donde salieron. Esta dicotomía de la vida hace que el creyente actúe de una manera dividida al momento de dedicarse por entero al Señor. Genera en él un estado ambivalente, pues con su espíritu quiere servir a su Dios, pero descubre que en su carne hay cierta complacencia a sus apetitos y deseos, los cuales se oponen entre sí.

 

RECHAZAMOS LA PROPUESTA DE NO IR TAN LEJOS PORQUE ATENTA CONTRA LA CONSAGRACIÓN DEL SERVICIO A DIOS v. 28

 

1. En el corazón yace un deseo de regresar. Faraón estaba consciente de lo que representaba esa nación de esclavos, de allí que lucha desesperadamente buscando todo tipo de arreglos con tal de no dejarlos ir. Ya a estas alturas ha descubierto que Jehová es más poderoso que sus dioses. Como Moisés no aceptó ofrecer adorar a Dios en Egipto, sugiere la posibilidad que se vayan, pero que no lo hagan tan lejos. Les plantea el arreglo de la salida, pero que no se escaparan de su alcance. Sin embargo, la respuesta de Moisés siguió siendo contundente al exigir que el rey no falte más a la palabra de dejarlos ir v. 29. Si no nos alejamos de donde hemos salido, habrá un continuo deseo de querer regresar otra vez a la vieja vida. Salir del mundo y consagrarnos al Señor es un asunto de determinación.

 

2. Hay muy poca influencia al no ir tan lejos. Esto se refiere a aquel tipo de arreglos para que seamos creyentes sin ningún impacto. Para que no nos preocupemos por el crecimiento espiritual. Para que no hagamos de la palabra de Dios o de la oración, las disciplinas que nos darán las continuas victorias. Algunos se preguntan, ¿para qué ir tanto a la iglesia? ¿Qué hacer todo el tiempo en sus actividades? ¿Para qué preocuparse por los demás? La conclusión para algunos es que hay diversiones en el mundo mucho más lindas que las que te ofrece la iglesia.

 

RECHAZAMOS LA PROPUESTA DE SALIR SIN LA FAMILIA PORQUE ATENTA CONTRA LA UNIDAD DEL SERVICIO A DIOS vv. 10-11

 

1. Dios quiere una familia unida. A estas alturas el Faraón es un hombre derrotado. Sin embargo su corazón no se ablanda. Ahora es el hombre que cede una parte y después se retracta. Es el hombre que teme por un momento, pero su obstinada actitud lo vuelve a endurecer. Las pesadas plagas lo han venido minando. Admite que ya no es el “dios” todopoderoso de la tierra; ahora no tiene dudas quién es Jehová a quien desafió al principio. De modo, pues, que sigue  negociando la salida. Desea dejar ir a Israel pero sabe que con su salida se va también la prosperidad de Egipto. Ellos fueron bendecidos con la presencia de ese pueblo desde que llegaron sus antepasados a la región de Gocén. La pérdida va a ser muy grande, de allí que presenta una penúltima negociación. Pero esta negociación era más peligrosa que las anteriores. Él sugiere que se vayan solo los varones v.11. ¿Qué estaba pretendiendo con esto el Faraón? ¿Cuál era su propósito con semejante propuesta? ¿Cómo se puede servir al Señor sin que la cabeza del hogar esté presente? Pero, ¿no es eso lo que está pasando? Muchos varones se están yendo, perdiéndose con esto la unidad familiar.

 

2. El hombre es cabeza del hogar. Hay padres que le estarían haciendo caso a la recomendación del “Faraón”. Hay marcadas tendencias donde los padres se constituyen más en simples proveedores en lugar de ser los auténticos conductores de la vida  familiar. Una extraña filosofía moderna nos hace ver que los hijos podrán valerse por sí mismo o por su educación escolar en todo lo que concierne al asunto de sus tentaciones, de su vocación y de sus elecciones. Pero la verdad es otra. Nadie puede sustituir la función del varón en la familia. Mi derecho de formar a mis hijos no es asunto transferible. El mejor modelo para el hijo no es el héroe de la película, el profesor de su colegio, o su ministro religioso; debería ser su propio padre. Por supuesto que hay sus excepciones, pero el padre es la cabeza de la familia. Ese privilegio y responsabilidad se la dio el Señor. El padre no debiera abandonar su mejor legado. Los hijos le fueron dados para levantarlos como “plantas crecidas en su juventud” y sus hijas como “las esquinas labradas como las de un palacio” (Sal. 144: 12)

 

RECHAZAMOS LA PROPUESTA DE IR SIN LOS BIENES PORQUE ATENTA CONTRA EL SOSTENIMIENTO DEL SERVICIO A DIOS (10:24)

 

1. No al consejo de “Faraón”. La última negociación del Faraón resulta patética. En su desesperación, sabiendo que ya estaba destruido, llama a Moisés y Aarón y les dice que está bien que se vayan a adorar a su Dios en el desierto; que se vayan todos, incluyendo también a la familia, pero que dejen atrás sus ganados. Este detalle es muy curioso. Si se considera que el pueblo de Israel podía llegar a unos dos millones de personas cuando partió de Egipto, la cantidad de ganado, sumado por cada familia, tuvo que ser muy grande. A esto hay que añadir que mientras las plagas destruyeron casi todo el ganado de los egipcios, el de los israelitas permaneció intacto. Así, pues, la desesperación del rey llegaba a dimensiones demenciales, pidiendo esto v. 24. Pero Moisés jamás vaciló ante estas pretensiones v. 26.  Los bienes son del Señor y debemos servirle con ellos. Pero lo cierto es que hay gente que le sigue el consejo a “Faraón”,  pues quieren servirle sin sus bienes.

 

2. Los bienes son para el servicio a Dios. Los bienes materiales, representado aquí por el ganado, forman parte de nuestra adoración al Señor. Pero esta negociación es la que sugiere que el creyente no debe preocuparse de la mayordomía cristiana. Es la mentalidad que cree que puesto que Dios es rico, no tiene necesidad de lo poco que yo pueda dar. A la hora de entregar nuestros diezmos y ofrendas, la tentación es la misma. Una y otra vez vendrá a la mente todas las cosas que se necesitan y que se pudiera comprar con lo que debo a mi Dios. La adoración sin rendir mis bienes al Señor está incompleta.

 

CONCLUSIÓN. La resolución de Moisés debe ser la nuestra también. “Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros ancianos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; hemos de ir con nuestras ovejas y con nuestras vacas, porque tendremos una fiesta de Jehová” (10:9) No hay tal cosa como hacer convenios con lo que a Dios le pertenece. La vida media cristiana es una vida sin retos ni compromisos. El “Faraón” moderno nos dice que se puede servir a Dios pero seguir con hábitos y actitudes de la vida en el mundo. Que se puede servir a Dios pero no tan en serio. También dice que está bien servir al Señor sin que esté toda la familia involucrada, y que se puede adorar a Dios sin necesidad de ofrecer mis bienes. Pero contrario a estas propuestas, de Dios no tiene términos medios. El servicio a él no admite condiciones. O usted le sirve completo o no le sirve. Rechacemos toda propuesta que nos aleja del Señor. Él es digno de mi entrega.

 

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