Tuesday, April 23, 2024
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Cuando lo que crees te aleja de Dios

EL EVANGELIO EN MARCHA

Cuando lo que crees te aleja de Dios

(Romanos 2:17-29)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCÓN: ¿Había pensado en la posibilidad de esta declaración? ¿Puede haber alguien que su creencia le aleje de Dios? Pues este es el caso que nos presenta el presente pasaje bíblico. Esta parte de la carta revela el comportamiento del judío, entendiéndose al que es israelita, al miembro de la raza elegida, los hijos de Abraham y los participantes directos de los pactos divinos. La importancia de este pasaje radica cuando Pablo nos presenta al pueblo escogido de Dios en una jactancia  que los pone lejos de él, porque al justificarse por las obras de la ley, más no por su fe en Cristo, los deja bajo esta condición. Es como si estuviéramos hablando de la incredulidad del creyente o de la condenación de los “santos”. El cuestionamiento que Pablo hace es hacia el judío legalista e hipócrita, los mismos que Jesús enfrentó y los calificó de esta manera. Y por supuesto que al hablar de ellos no significa que todos los judíos eran así. Para el tiempo cuando Jesús vino habían muchos judíos piadosos y temerosos de Dios. Los que conformaron la familia del Mesías y los que reconocieron el cumplimiento profético, eran judíos que amaban a Dios con todo su corazón y sin hipocresía. Ese fue el caso de José, el padre adoptivo de Cristo,  María su  madre, Elizabeth su tía, así como el sumo sacerdote Simeón y Ana quienes le vieron y le dedicaron. De modo, pues, que el énfasis del apóstol acá es en una religión que se preocupa más por lo externo que por lo que hay en el corazón. Es la religión que se esfuerza en hacer prosélitos para que los hombres se circunciden en la carne más no en el corazón. El reto de este pasaje es mostrarnos los peligros de pretender creer en Dios bajo un sistema legalista, pero que se aleja de Dios porque ponen más su confianza en las obras de la ley que en la fe en Jesucristo. El propósito del mensaje de hoy es revelarnos que Dios no quiere adoradores de palabra sino de hecho y en verdad. Cuándo, entonces, lo que creo me aleja de Dios.

 

  1. TE ALEJAS DE DIOS CUANDO SIENTES ORGULLO SOLO POR EL CONOCIMIENTO DE LA PALABRA

 

  1. Orgulloso en la ley por ser judío v. 17. Los judíos cuando tenían que compararse a los gentiles en los temas religiosos simplemente se consideran superiores a ellos, porque ponían toda su confianza en la ley dada por Dios. Pero este “don del cielo”, lejos de hacerlos humildes y misioneros a los gentiles, les hacía gloriarse en Dios pero no conforme a ciencia y a su carácter de amor hacia los demás, sino bajo un espíritu de jactancia y menosprecio hacia ellos. Cuando la religión que profeso me hace crear una jactancia orgullosa, que lo que hace es vanagloriarse en Dios y en toda la parte externa de su nombre, el resultado será una completa hipocresía.

 

  1. Orgulloso porque la ley es mejor v. 18. La instrucción de la ley hacía que el judío conociera lo que era la voluntad de Dios y aprobara lo mejor. Esto significa que nadie más como ellos para saber cómo ha sido la obra de Dios y cómo se ha manifestado a través de los tiempos. Ellos, por el estudio profundo y detenido de la ley, sabían todo lo que ella les revelaba para aprobar lo mejor. Nadie les podía ganar en esto. Es como el profesor de matemática que ha estudiado esa materia que nadie podrá hablarle de algo contrario a lo que él, por experiencia y por lo que se sabe de lo que ya se ha dicho y avalado, ha comprobado como cierto. Bien podemos decir que los judíos eran los guías de ciegos y los que estaban en tinieblas, de manera que nadie podía decirles lo contrario. Ellos eran conocedores de todas las Escrituras.

 

  1. Orgulloso en tener la verdad en forma tangible v. 20. Ninguna otra nación tenía los libros sagrados como los judíos. Ellos tenían el orgullo de mostrar la Torah que era un manual de instrucción judía sobre sus costumbres y raíces como pueblo de Dios. Tenían el orgullo que la ley, los profetas y los salmos escritos en papiros primero y luego en pergaminos. Ellos podían mostrar como nadie más sus libros que le hablaban de la ciencia y la verdad. De esta manera los judíos se enorgullecían también de ser “instructores de los indoctos” y “maestros de niños”. La verdad de la ley la daban a conocer a los paganos y a los nuevos que sería la traducción de este texto. Pero al hacerlo ellos se enorgullecían de poner ese conocimiento en estas personas, pero no daban a conocer lo que se decía de Jesús. Cuando Cristo les confrontó sobre por qué le rechazaban como el Mesías prometido, les dijo: “Escudriñad las Escrituras porque ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39). Como era de esperarse, ninguno de esos judíos orgullosos iba a reconocer a Cristo en esas Escrituras que enseñaban. Mis amados el conocimiento de la palabra tiene que llevarme a Cristo siempre.

 

  1. TE ALEJAS DE DIOS CUANDO ENSEÑAS LA PALABRA PERO SIN APLICARLA A TU VIDA

 

  1. Enseñar sobre el pecado, viviendo en el pecado vv. 21, 22. Bien es sabido que una cosa es lo que se dice y otra muy distinta es lo que se hace. Es como aquel aforismo que sentencia: Tus hechos son tan fuertes que no puedo oír tus palabras. Estas preguntas revelan que hay una diferencia entre lo que enseño y lo que practico. ¿Cuál es el propósito de estas preguntas? ¿Por qué Pablo nos trae estos pecados específicos? Un análisis de estas preguntas nos daría como resultado lo siguiente: Los que decían que no se debía hurtar y hurtaban, nos indica que aquel era un pecado obsesionado por el pueblo judío. Los que enseñaban que no se debía adulterar y adulteraban, mostraban como la leyes sobre el divorcio alimentaba este pecado entre la población. Dios había dicho que odiaba el repudio. Y también los que enseñaban la abominación que es adorar imágenes, sin embargo muchos de ellos eran culpables de sacrilegios en la forma cómo adoraban otras cosas que no era Dios precisamente.

 

2.Enorgullerse de la palabra, infringiendo la palabra v. 23. Todo orgullo es peligroso porque tiene su raíz en el padre que le dio origen, Satanás. Pero el orgullo espiritual es el más peligroso de todos. Santiago nos dirá después que “toda jactancia es pecado”, cuanto más si ella está relacionada con la palabra misma. Los judíos vivían muy orgullosos de la ley, de allí esa actitud prepotente y farisaica. Cuando vieron a un Mesías humilde que invitaba a poner la otra mejilla, que recomendaba a pagar tributo al César y que andaba con pecadores y publicanos, lo menospreciaron. Ellos habían hecho de la ley la llamada tradición de los ancianos y por ningún lado hablaban de la humildad como una virtud del alma y del espíritu. Jactarse de tener la ley de Dios para el bien del hombre y no practicarla es hipocresía.

 

  1. Actuando mal para que otros menosprecien al Señor v. 24. Este texto, que nos viene del Antiguo Testamento, es muy serio y digno de considerarlo. Cuando lo que hago es hablar de la Biblia pero con mis actos la niego dejo la puerta abierta para que los demás la menosprecien. Definitivamente mi testimonio es un libro abierto delante de los hombres. Es allí donde ellos leen todos los días mis acciones y me califican si son buenas o son malas. Israel ya había dado muchos motivos para que los gentiles blasfemaran del nombre del Señor. Sus actuaciones en “nombre” de Dios menospreciando al pueblo que no era judío, entre los aparecían los samaritanos, era motivo para que los paganos blasfemaran del nombre de Dios.

 

III. TE ALEJAS DE DIOS CUANDO TE PREOCUPAS POR GUARDAR LA LETRA MÁS NO EL ESPIRITU

 

  1. Pretender guardar la ley, infringiéndola vv. 25- 27. El judío moralista tenía una excesiva obsesión en guardar la letra de la ley más que el espíritu de ella. Uno de las defensas que  hacían tenía que ver con  su más amado rito, el de la circuncisión. Pero la circuncisión  era una señal de todo el sistema mosaico. Ese era su único valor. El rito en sí era un simple distintivo. La situación para el judío era que se esforzaban por guardar el rito y recorrer grandes distancias para hacer prosélitos a través de esta práctica, pero infringían la ley al no cumplir algunos de sus andamientos como amar a su prójimo. El único valor que tenía la circuncisión era si la persona podía guardar el resto de la ley, y quedó comprobado, hasta que Cristo vino, que nadie podía cumplir perfectamente la letra de ley sin que fallara en algo por la naturaleza pecadora que ya todos tenemos. ¿Cuál era el dilema en que se encontraba el judío? Bueno que si fallaba en el cumplimiento de alguna parte de la ley, ya era un transgresor y esto hacía inválido el rito, llegando a ser como cualquier incircunciso, como cualquier otro gentil. Mis hermanos Jesús dijo que la letra mata, más el espíritu vivifica.  Tenemos que guardar el espíritu de la palabra y no tan sólo la letra muerta, allí está la diferencia.

 

  1. La circuncisión es la que se hace en el corazón vv. 28-29. Lo que Pablo ha resaltado acá es que un judío auténtico no es el que lo es exteriormente sino el que se forma en el interior. La circuncisión verdadera se da en el corazón no en otra parte del cuerpo. Jesús dijo que es del corazón donde salen o buenos o malos pensamientos. Si bien es cierto que la circuncisión era una señal de separación, de allí la frase “circunciso o incircunciso”, un corazón circuncidado se ha apartado del mundo para servir al Señor.

 

CONCLUSIÓN. ¿Cómo explicar que sea la misma creencia la que me aleje de él? Bueno, el pasaje que estudiamos nos conduce a este tema y a esta realidad. Ningún pueblo conoció más acerca de Dios como Israel. Ellos fueron el primer pueblo monoteísta y lo son hasta el día de hoy. Ellos fueron testigos de los pactos y las promesas. Fueron testigos de la manera como les fue dada la ley en el Sinaí; ningún otro pueblo vio algo parecido. Fueron testigos de los insondables milagros divinos. En fin, conocieron a un Dios cercano que los amó y los perdonó. Pero irónicamente, la forma cómo hicieron sus creencias de la ley, convirtiéndola en una tradición de los ancianos, les llevó alejarse de ella. La condena de Pablo en este pasaje tuvo que ver con un pueblo que le dio toda una importancia a la religión externa más que a la experiencia del corazón. Cuando eso sucede mi creencia me aleja de Dios. De esto se desprende que la circuncisión real es la del corazón. Si mi corazón se aparta para Dios, lo cual es el significado de este rito, entonces mi creencia convertida en mi fe me acerca a Dios. Los ritos externos me alejan de Dios. Pero un corazón donde Dios escriba  su ley me acerca y me consagra a él. ¿Su creencia le acerca  o le aleja de  Dios?

 

Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251- 6590 o escríbale a pastorjulioruiz55@gmail.com

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