Thursday, April 25, 2024
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Me sedujiste, oh Señor, y fui seducido…

EL EVANGELIO EN MARCHA

Me sedujiste, oh Señor, y fui seducido…

(JEREMÍAS 20:7-18) V. 7

 

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCION: Yo no sé si acá hay alguien que en un momento le ha venido el pensamiento de no querer seguir viviendo.  Si es así, no se sienta mal; ¡bienvenido a esta lucha cotidiana! Esto pasa porque somos seres humanos y  expresamos  ese sentimiento de derrota. Simplemente le recuerdo que  usted no es el único que ha pasado por esto. Hace más de dos mil quinientos años uno de los más grandes profetas bíblicos, capaz de ser comparado con el mismo Señor Jesucristo (Mt. 16:13-28), pasó por un profundo estado de desaliento que llegó hasta maldecir el día en que había nacido; su nombre es Jeremías.

Jeremías era un hombre con un temperamento muy sensible. Se le conoce como el profeta “llorón” con lo que describiría su naturaleza sometida a todas las cosas que le tocó vivir. Recordemos que fue en su tiempo cuando Judá fue llevado en cautiverio y  él vivió los horrores de eso, incluyendo el rechazo que hizo su gente a Dios cuando le tocó advertirles del inminente juicio que se acercaba.

¿Por qué pasamos por los tiempos de desaliento? El desaliento se define como la “pérdida del ánimo o de la energía para continuar haciendo algo”. ¿Cuáles son las causas comunes del desaliento? Considere lo que produce un fracaso por una ruptura sentimental o familiar o la que trae la pérdida de un trabajo. Para algunos será el sentirse fuera del grupo, algún maltrato físico o emocional, el no sentirse amado, las drogas y el alcohol o algo que le amenaza.

El desanimo es una de las herramientas que más resultado le ha dado a Satanás. Y el asunto es que él la usa con tanta efectividad, que muchos gigantes en la fe no escaparon a su ataque, creando en ellos hasta el deseo de morirse.

Moisés llegó a pedirle a Dios que le quitara la vida porque no aguantaba la carga de guiar a un pueblo de tan dura cerviz. Lo mismo hizo Elías. Le dijo a Dios que le quitara la vida frente a la persecución de Jezabel. Jonás también hizo lo mismo cuando vio que Dios no hizo nada por destruir a Nínive. El desaliento tarde o temprano nos hará una visita, como se la hizo a Jeremías.  ¿Cómo reaccionaremos a eso? ¿Qué aprendemos de la experiencia del profeta?

 

  1. EN LA EXPERIENCIA DEL PROFETA DESCUBRIMOS LA LUCHA DE NUESTRO LLAMAMIENTO

 

  1. “Me sedujiste… me venciste…” v. 7. Jeremías pareciera haber conocido a un Dios que siempre se salía con las “suyas”. Ya tenía la experiencia de su llamamiento. No fue suficiente que Dios le dijera que antes que naciera lo había santificado y dado a las naciones, aunque el profeta se resistió al llamado, alegando que no podía hablar porque era un “niño” (1:5-7). En aquella ocasión escuchó las siguientes palabras: Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande”. Y por ser obediente a estas palabras, y ver que no se cumplen, ahora está desanimado. Se siente seducido y vencido por Dios porque sabe que es más fuerte. Hay  en esto algo muy interesante. Por lo general la seducción tiene una connotación negativa.

 

  1. La palabra como afrenta v. 8. Jeremías no solo se queja contra Dios por haberlo seducido al asignarle aquella tarea tan abrumadora, sino que lo hace responsable de su estado por la palabra que al principio le dio para que predicara, la cual decía: Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (1:10). Y por hacer exactamente esto, ahora descubre que su propia gente, no solo rechaza las palabras que les trae, sino que además murmuran y se burlan contra él. Lo que más le duele es que el mensaje del Señor que debiera causar arrepentimiento y traerles de regreso a Dios, forma parte de su propia desgracia.

 

  1. DESCUBRIMOS QUE EL DESALIENTO ES EL PEOR DE LOS CONSEJEROS

 

  1. Olvídate de Dios v. 9ª. Esto es lo primero que aconseja el desaliento. Quizás llegas a un punto en la vida donde te escuchas a ti mismo decir: “Para qué hablas de él si tú mismo no puedes tener victoria. ¡Mira cómo vives, en total derrota!”. El desaliento es parecido a la mujer de Job que cuando lo vio en su total ruina, le dijo: “Maldice a Dios y muérete”. Jeremías llegó a este punto. Después que vio que su ministerio no tenia resultado, sino rechazo, burlas y murmuraciones, sintió que lo mejor era olvidarse de Dios. La primera víctima del desaliento espiritual es Dios mismo. En no pocas ocasiones el creyente desarrolla una especie de rebeldía contra su propio Dios al ver que en su vida no tiene propósito.

 

  1. Dejar de servirle v. 9b. El estado emocional de Jeremías lo llevó a tomar dos decisiones: olvidarse de Dios y no hablar más en su nombre. Las dos consideraciones eran graves, muy graves. El decir que no hablaría más de él era una renuncia a la tarea encomendada. Muchas cosas colmaron la medida de su paciencia y el deseo de servir al Señor. Ahora se dispone recoger todas sus cosas y presentar su carta de renuncia porque está desalentado. Con cuánta frecuencia los creyentes llegan a este punto.

 

III. DESCUBRIMOS QUE TENEMOS UNA NATURALEZA  IRREVERENTE

 

1.Los cambios súbitos v. 14-15. La radiografía que tenemos del profeta en este pasaje es elocuente. Comienza con una gran queja contra Dios y luego denuncia a aquellos que se burlan y murmuran contra él. De repente se acuerda de quien es Dios y prorrumpe en reconocimientos  y alabanzas. Pero no ha terminado de decir esto cuando le viene otra vez el pensamiento de derrota y frustración hasta llegar a maldecir el día que había nacido. Pero vea cómo su espíritu está tan sentido, dolido y muy disgustado. Lo primero que  se la “agarra” es con el día que nació, llegando a maldecirlo y deseando que ojalá nunca hubiera nacido o visto la luz de ese día.

 

  1. Los deseos más bajos v. 17-18. Obviamente el profeta tocó fondo. Esto que está diciendo pareciera todo menos de un creyente. Es como si hubiera tenido guardado muchos resentimientos y ahora les da rienda suelta a todos ellos.

 

  1. DESCUBRIMOS EL CAMINO PARA SALIR DE LA CRISIS

 

1.Lo que hay en nosotros v. 9b.  Cuando el profeta Jeremías no quiso saber más nada de Dios, y menos de hablar de él, descubrió que no podía hacerlo. En medio de su “ligereza de palabras” se dio cuenta que tenía algo maravilloso: “… no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”.

 

  1. El que está con nosotros v. 11. En su estado quejoso y apesadumbrado, el profeta hizo una revelación que pareciera ser el texto más sobresaliente en medio de su hondo pesimismo. Así se expresó: “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante…” v. 11. Creemos que esta promesa le sirvió al profeta para sostenerle en medio de lo que fue todo un ministerio rodeado de violencia, conspiración, traición y deportación.

 

CONCLUSIÓN: Jeremías tuvo razones para sentirse mal. En este mismo pasaje (vv. 1-3), el sacerdote Pasur lo agarró a latigazo por profetizar la palabra y luego puesto en el  cepo. Cualquier creyente experimentaría lo mismo, sobre todo cuando sabe que su estado de ánimo lo provoca la misma gente a quien le sirve.  ¿Está cansado de sentirse desalentado? Bueno, el testimonio de Jeremías es que  a lo mejor no cambie su situación, pero sí puede experimentar paz y contentamiento. Y eso lo experimento el profeta, pues después escribió: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jer. 29:11). Convénzase de que las circunstancias no tienen que dictar sus emociones, pues tiene a su lado a alguien que suceda lo que suceda, siempre está dispuesto a intervenir para ayudarle, fortalecerle y sostenerle.  Ahora diga como el  profeta, pero en sentido positivo: “Me sedujiste, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo y me venciste”. Así es como se vence el desaliento. ¡Déjese vencer por el Señor! ¡Anímese!

 

Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251- 6590 o escríbale a pastorjulioruiz55@gmail.com

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