Tuesday, April 23, 2024
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La pregunta de la controversia

EL EVANGELIO EN MARCHA

La pregunta de la controversia

(MARCOS 2:1-12) V. 5

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCIÓN: Mis amados, otra vez este es uno de esas historias fascinantes que nos muestra el evangelista Marcos. Su propósito al escribir este evangelio es presentarnos a Jesús como el Siervo de Dios y su enfoque fue a los creyentes romanos. Por otro lado, si Marcos fue el intérprete de Pedro, y si este milagro sucedió en su propia casa, nadie mejor que él para presentarnos todo lo que pasó en su hogar. La pregunta de Jesús es el corazón de todo lo que acá sucede. Los hombres que traen al paralítico son los protagonistas principales de lo que Jesús va hacer, pues después de superar tantos obstáculos, presentaron este hombre delante del Salvador y el sanador. ¿Cuál es la pregunta controversial de este pasaje? Es aquella donde Jesús reacciona contra los maestros de la ley después de decir al paralítico “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Ante esto los escribas tildaron a Jesús de blasfemo, diciendo que solo Dios podía perdonar pecados. Pero Jesús, sin entrar a refutar sus ofensivas afirmaciones le responde con la pregunta que todavía algunos se hacen: “¿Qué es más fácil decir?”. Bueno, como el asunto tenía que ver con el perdonar y sanar, las dos cosas parecían imposibles. Por un lado, si decían que era más fácil sanar un paralítico, ese milagro tenía que venir del cielo y el único que podía hacer eso era Dios; si decían que era más fácil perdonar los pecados, ya ellos habían dicho también que él único que podía hacer esto, era Dios. Por lo tanto, estamos ante una de las preguntas más controversiales en el campo teológico que pone a prueba la divinidad de Jesús. Si Jesús podía hacer ambas cosas, esta evidencia necesita de un veredicto. Si Jesús podía hacer las dos cosas, entonces quedaba confirmado que él era Dios. La boca de los blasfemos sería cerrada. Veamos las implicaciones de esta pregunta.

 

  1. LA PREGUNTA DE JESÚS SURGE DE LA FE DE LOS CUATRO AMIGOS

 

  1. No poder acercarse a Jesús v. 4. Aunque Jesús está siempre cerca, bien pudiera haber obstáculos que nos impiden llegar a él. Llegó el día cuando  cuatro hombres, llenos de un gran optimismo, entusiasmados con una gran esperanza y persuadidos de una gran fe, se dispusieron llevar al hombre a Jesús. La noticia estaba en las calles. Después de algunos días Jesús vino a Carpenaúm. Algunos piensan que aquella fue la última vez que él vendría a la ciudad. Para aquellos hombres el tiempo de la salvación era urgente. Si no traían al paralítico ahora no habría otro chance. De modo que frente a este reto un solo asunto dominaba la determinación de estos cuatro amigos: traer el enfermo a Cristo. Por un lado ellos tendrían que convencer al paralítico lo cual no costaría mucho debido a su condición. Pero no siempre esto es una tarea fácil. La gente no viene a Cristo como va a sus diversiones. No todos los casos responden de la misma manera. Hay un mundo de excusas mientras se habla del amor de Dios para cada vida. Usted puede invitar a alguien a alguna actividad social o deportiva y acuden pronto, pero invítelos a venir a Cristo y notará cuántas excusas ponen.

 

  1. LA PREGUNTA DE JESÚS REVELA EL GRAN PROBLEMA HUMANO
  2. Los hombres necesitan primero oír la palabra vv. 1, 2. Algunas versiones sugieren que la casa donde estaba Jesús hospedado era de Pedro. La compasión de Jesús lo llevaba a encuentros personales o a encuentros con mucha gente. Lo mismo le era encontrarse con un leproso a las afuera de la sinagoga o encontrarse con un paralítico en las circunstancias que tenemos ahora. Como lo hemos dicho, Jesús vino a liberar a los cautivos y oprimidos, sin embargo su responsabilidad siempre fue la de traer la palabra del Padre celestial. Si bien es cierto que la mayoría de aquellas personas buscaban a Jesús para ser sanadas o recibir algún particular beneficio, Jesús hace lo primero que tiene que hacer. No cabían en el lugar pero Jesús les estaba predicando. Un evangelio que no contempla primero  la palabra de Dios está incompleto. Sabido es que los hombres les interesa  más la sanidad del cuerpo que la sanidad de su alma. Jesús nos ha dejado su más grande legado en su ejemplo de atender las necesidades. Sin embargo él sabe que no solo de pan vivirá el hombre. La palabra de Dios es lo que da vida. El enfermo necesita oír primero que sus pecados pueden ser perdonados.

 

  1. El objetivo de los cuatro amigos v. 3. Una de las cosas que sorprende en esta historia es el trabajo de los amigos del paralítico. No sabemos quiénes eran. Quizá eran parte de su familia o simples vecinos que se compadecían de aquella penosa condición. Nadie sabe cuánto tiempo tendría aquel hombre postrado en aquella camilla. A juzgar por las experiencias de otros casos, bien podemos decir que estamos en presencia de un caso de postración desde nacimiento y por mucho tiempo. Ese hombre vivía, al igual que los leprosos, sin la más mínima esperanza de caminar. Su más grande anhelo tuvo que ser este. Y este también era el objetivo de los cuatro amigos. Seguramente ellos ya eran conocedores del poder sanador del hombre de Galilea. La noticia de la sanación del leproso corrió como pólvora. Ahora el objetivo es presentar este hombre delante de Jesús. Solo que para llegar a él tienen que vencer varios escollos. Delante de ellos hay una multitud que quieren lo mismo. Su ingenio les llevó hacer algo insólito: abrir un hueco en el techo y bajar por allí al hombre enfermo. Al final ellos lograron el objetivo de ponérselo a Jesús. Ellos esperaban que Jesús lo levantara.

 

  1. Las palabras inesperadas del sanador v. 5. Una de las declaraciones que estos hombres ya habían escuchado de Jesús era: “Quiero, se limpio”; o “sal de él espíritu inmundo”; o “levántate y anda”. Eso era lo que estos hombres esperaban que Jesús dijera. Ellos hicieron el trabajo de poner al hombre delante de Jesús para que hiciera esto. Y Jesús admiró su fe, su coraje, su osadía de romper el techo sin saber quien lo pagaría. Pero  cuando ellos  esperaban que Jesús tomara la  mano del paralítico y lo levanta, en lugar de eso,  dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. ¿Por qué Jesús dijo esto y no otra cosa? Porque el problema de este hombre no era su parálisis, sino su culpa. Era como decirle también: “Tú crees que tu principal problema es el no poder caminar, pero tu necesidad más grande es mi gracia”, y si tienes la gracia,  lo tienes todo. Las palabras inesperadas de Jesús ponen de manifiesto que el pecado es la causa de todos nuestros dolores y enfermedades. Como la curación de una enfermedad es una figura del perdón, al curar al paralítico, Cristo probó su poder para hacer ambas cosas a la vez: perdonar y sanar.  Las dos eran difíciles.

 

III.  LA PREGUNTA DE JESÚS SUGIERE A UN SOLO RESPONSABLE

 

  1. Esperando el milagro v. 5. El objetivo se había cumplido. Aquellos hombres vencieron todas las dificultades y ahora está una camilla con un minusválido delante del único que podía hacer algo por él. No tenemos muchos detalles acerca de este paralítico. No se sabe si lo que le vino fue producto del pecado mismo, al juzgar por las palabras del Señor que sus pecados fueran perdonados. Hay cuatro mirones desde arriba y una multitud adentro y afuera expectantes de  lo que Jesús podría hacer. El resto del trabajo depende de él. Así que en esta escena Jesús va a pasar de la condición de Maestro a la condición de Salvador y Dios. Aquella casa fue testigo de este hecho. Las primeras palabras de Jesús pudieron confundir a la audiencia. Los mirones que están en el techo esperarían que Jesús diera de una vez la orden de sanidad. Pero no lo hizo. ¡Qué desilusión! Se concretó más bien en decir “tus pecados te son perdonados”. Sin embargo,  esas palabras son siempre el inicio del verdadero milagro divino. Jesucristo no sanará el cuerpo si antes no sane el alma. Hoy  día es  al revés,  porque la preocupación mayor es  sanar el cuerpo antes que el alma.

 

  1. Sanando integralmente al postrado v. 9-11. “¿Qué es más fácil decir?” fue  la pregunta que intrigó a los oyentes. Note que Jesús no preguntó “¿qué es más fácil hacer?”. Sanar al enfermo parecía ser lo más fácil, aunque levantar a un paralitico era imposible. Muchos les gusta el ministerio de lo sensacional, y el sanar a los enfermos es uno de ellos. Pero perdonar pecados, siendo esto la raíz de todos los males y una tarea divina, no es muy popular. Así que Jesús hizo el trabajo completo. Hizo las dos cosas que solo Dios podía hacer: perdonar y sanar. Y de esta manera, frente a la mirada atónita de los presentes, los cuatro hombres pudieron ver que el hombre que vivió paralizado, ahora se ha levantado, y la cama que un día le llevaba, ahora él lleva a su casa. Ningún  momento superó aquel en aquella casa.  El gozo de todos tuvo que ser desbordante. A una sola voz dijeron: “Nunca hemos visto tal cosa” v. 12. Cuánto gozo produce la salvación de un perdido. Estos cuatro hombres representan a la iglesia. La tarea de ella es traer a los “paralíticos” a los pies de Cristo. Hay gozo “cuando un pecador se arrepiente”. ¿Tiene usted el gozo de traer otros a Cristo?

 

CONCLUSIÓN: Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa” v. 12. Esta es la meta final de la salvación: que los hombres glorifiquen a Dios por la obra hecha en el “paralítico”. Este es el gozo final del que evangeliza. La actuación de estos hombres nos muestra cómo debiera darse la tarea en la evangelización. Ellos nos revelan que si no hay  compasión no hay interés por el perdido. Nos dicen que si no hay unidad el perdido quedará tendido en su condición; los cuatro tomaron un lado de la cama y  lo levantaron. Nos dicen que aun cuando el camino al Señor esté impedido por una “multitud” de obstáculos, hay que ser perseverantes y osados hasta llevar  los hombres al Señor. Y sobre todo, ellos nos muestran que hay gozo en el cielo y en el  corazón evangelizador, cuando vemos a los hombres  levantarse de su estado y glorificar al Señor por el cambio de sus vidas. ¿Soy parte de estos “cuatro amigos”? ¿Tengo un amor sincero por el que está “muerto en sus delitos y pecados”?

 

Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251- 6590 o escríbale a pastorjulioruiz55@gmail.com

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