Monday, April 29, 2024
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La pobreza que nos hace ricos

(2 CORINTIOS 8:1-8)

Por: Rev. Julio Ruiz

INTRODUCCIÓN: En la continuidad de la serie “Los Pecados de los Santos”, nos corresponde hablar hoy del quebrantamiento que hacemos los creyentes del primer y séptimo mandamiento. Uno es el de tener “dioses ajenos delante de mí” y el otro es el “no robarás”.  ¿Había pensado que los santos a menudo quebrantamos estos dos mandamientos? Para nuestra sorpresa, hoy hablaremos de unos hermanos que no tenían estos pecados, pues no hicieron del dinero un ídolo, y en consecuencia no le robaron lo a que a Dios le pertenecía. Me refiero a 2 Corintios 8 y 9, los dos textos que nos hablan del más grande sacrificio para dar y de la más asombrosa actitud acerca de la generosidad. Se ha dicho que, si solamente tuviéramos estos dos capítulos en la Biblia, ellos serían suficientes para animarnos al momento de dar con gozo o para desanimarnos y humillarnos frente a la actitud que tenemos con el asunto del dinero, porque a veces es más nuestro dueño que nuestro siervo. El asunto, mis amados, es que Dios tiene muchas maneras de revelarnos su palabra, pero nosotros somos especialistas en ocultar sus verdades. Cuando se trata de mis compromisos con el Señor y la iglesia, algunos creyentes tienen su “quinto” evangelio, y al igual que los fariseos antiguos, lo convertimos en ley para vivir. De esta manera el creyente decide su propia filosofía vivir, diciendo: Jesucristo sí, iglesia de vez en cuando, lo demás lo decido yo.  Ahora, ¿qué puedo hacer cuando Dios me muestra mis ídolos? Puedo hacer dos cosas: uno es cerrar mi entendimiento y justificar lo que hago, o reconocer mi pecado al momento de dar o no dar lo que le corresponde al Señor. Les pongo este ejemplo, cuántos de nosotros pagamos los impuestos; le aseguro que todos, porque si no nos veremos en serios aprietos con el gobierno. Cuando yo pago mis impuestos lo que estoy diciendo es que este dinero no tiene señorío sobre mi vida y lo suelto, lo dejo, lo entrego. Yo no discuto lo que hará el gobierno con mis impuestos; los pago por mi compromiso como ciudadano. ¿Qué pasa con lo que le pertenece al Señor? Sobre esto Spurgeon ha dicho: “Gana todo lo que puedas, ahorra todo lo que puedas, y luego da todo lo que puedas”. Los hermanos de Macedonia, ni ganaban, ni ahorraron mucho, pero dieron todo lo que pudieron. Ellos eran extremadamente pobres, pero llegaron a ser abundantemente ricos. De eso se trata este tema. En qué consistió su secreto.

CUANDO DAMOS POR EL IMPACTO DE LA GRACIA v. 1

  He aquí el primer secreto de la generosidad. Si no hubiera otra razón para dar, esta sería suficiente. Cada creyente es investido con una gracia especial del cielo. Su gracia significa que él me amó primero y una manera de demostrar el impacto de su gracia en mi es cuando veo que ella me pone libre para dar generosamente a su obra. Pablo les dice a los corintios que ellos copien el modelo de los macedonios que, a pesar de su pobreza, la gracia con la que fueron equipados los preparó para disfrutar de lo que significa la generosidad. De esto se desprende que, si yo no le doy la importancia al asunto de dar para el Señor, entonces no valoro la gracia como el más grande y mejor donde que he recibido. El principio acá es fundamental. Si Dios me ha bendecido con su gracia, y retengo la bendición, el resto con lo que nos quedamos se va a corromper. Ahora, es posible que usted no esté de acuerdo y hasta diga que no da proporcionalmente, según ha sido prosperado, y sin embargo usted nota que sigue prosperando, en este caso, el problema es mayor porque el corazón está corrompido. Nada es más peligroso que una conciencia adormecida con el asunto de la gracia.

CUANDO DAMOS CON UNA ABUNDANCIA DE GOZO v. 2

  Este es un texto sorprendente. Tiene varias cosas que fueron abundantes entre ellos.  Por un lado, tuvieron una abundante tribulación y una abundante pobreza. Creo que ninguno de nosotros le gustaría vivir en un estado como este. Pero, por otro lado, ellos tuvieron un abundante gozo y una abundante generosidad. El ejercicio mental que podemos hacer acá sería que ninguno de nosotros desea una condición económica como la que tuvieron las iglesias de Macedonia, pero ¿abundamos nosotros en un profundo gozo y una riqueza de generosidad? Hay una paradoja en este texto y es el hecho que la aflicción produjo gozo. Aquellas iglesias eran paupérrimas, pero su pobreza resultó en una liberalidad a la hora de dar. La pobreza no produjo en ellos escasez, sino liberalidad. ¿Cuál es la excusa que muchos creyentes tienen a la hora de dar para la obra del Señor? Bueno, algunos argumentan que su sueldo no le alcanza, otros que la situación económica afecta sus finanzas. Pero la verdad bíblica es que esto no es cierto porque ninguno de nosotros es tan pobre para no dar. El principio de la generosidad no está sujeto a cuánto tengo, sino hasta donde el dinero es mi ídolo. No es cuánto dinero tengo, sino cuánta fe tengo para creerle a Dios como lo hicieron los hermanos de Macedonia. Nadie fue más pobre que la viuda de Sarepta, sin embargo, ella le creyó al profeta del Señor, y mientras duró el hambre, ella tuvo aceita y harina en su casa.

CUANDO DAMOS MÁS ALLÁ DE NUESTRAS FUERZAS v. 3

  Ahora veamos la manera cómo debemos dar de acuerdo con el modelo de los macedonios. Observe las tres acciones: Dar con agrado, con forme a las fuerzas y más allá de ellas. Por un lado, ellos no calcularon los riesgos ni las posibilidades. Lo primero que vemos es que Pablo no los manipuló para que dieran. Hoy día tenemos unos cuantos manipuladores de oficio con relación al asunto del dar. Pablo no les ofreció que serían prosperados si daban para la obra. Lo que uno va a notar, más bien, es que Pablo les pidió que no dieran.

CUANDO DAMOS COMO UN PRIVILEGIO vv. 4, 5a

  Este es corazón del asunto. No doy porque no tengo otra opción o porque me dicen que debo dar. Otra vez observemos este texto. Vean las acciones de estas iglesias a la hora de dar. Pablo les pidió que no dieran, pero ahora todos se amotinaron y a una vinieron al apóstol pidiendo con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio… Esta actitud tuvo que sorprender al apóstol. Lo normal, y que no causa sorpresa, es ver a tantos creyentes que son tan ligeros y hasta insensibles a la hora dar lo que le pertenece al Señor.

CUANDO NOS DAMOS PRIMERO AL SEÑOR v. 5

  Este texto debe ser el primero en analizar al momento de hablar del secreto de la generosidad. Cuando uno se da primero al Señor lo demás no es sino el resultado de mi entrega. La sorpresa de Pablo seguía en ascenso. Él descubrió que estos hermanos estaban totalmente consagrados al Señor por lo que no tuvieron ningún problema a la hora de ser parte de la bendición del dar. ¿Será acá donde reside el problema de muchos hermanos cuando piensan en lo que deben dar al Señor? La verdad mis hermanos que no todos se dan al Señor de la misma manera.

CUANDO ABUNDAMOS MÁS EN ESTA GRACIA vv. 6-8

  Los macedonios pusieron el ejemplo, ahora Pablo anima a los corintios con mayores recursos, a que hagan lo mismo y más. Pablo reconoce que ellos ya eran abundantes en muchas cosas que él mismo había comprobado, pero esto que les pide ahora sería como la abundancia mayor. Se ha dicho que la prueba más grande si somos fieles en “toda solicitud” de la que Pablo reconoce que los corintios eran acreedores, es la manera como nos damos en el asunto del dinero. El dinero es el asunto que se convierte en lo más importante en nuestras vidas. De él pareciera depender todo. Y es aquí donde se dice que el dinero llegar a ser o mi dueño o mi sirviente.

CUANDO CONOCEMOS HASTA DONDE CRISTO SE HUMILLÓ v. 9

  Mis amados, pocas declaraciones en la Biblia igualen lo que sería el resumen del evangelio según el presente texto. Desde la más pura y santa gloria del cielo vino Jesucristo a la más profunda inmundicia de la tierra. La encarnación de Cristo fue su más grande humillación (Fil. 2:5-11) y su más inexplicable renuncia de su gloria celestial. Hay cosas que son incompresibles para la mente humana de lo que Dios ha hecho para nosotros. Él no tenía necesidad de crearnos, pero por amor lo hizo. Él no tenía necesidad de preservar la vida humana después del diluvio, pero por amor lo hizo. Él no tenía que morir en una cruz por nuestros pecados, pero por amor lo hizo. Él no tenía necesidad de descender y llegar a ser el hombre más pobre que piso la tierra, pero por amor a nosotros lo hizo. Pero aun más, él no tenía que despojarse de toda su riqueza de la que es dueño eterno, para que nosotros fuéramos enriquecidos.

CONCLUSIÓN: La generosidad es el asunto más importante en la vida del creyente. Todo en la Biblia parte del principio de dar. Dios nos hadado todo desde el mismo momento de la creación. Lo último que hizo fue darnos a su hijo, quien se hizo pobre para que nosotros fuéramos enriquecidos. No hay nada que tengamos que no nos haya sido dada. Esta realidad la vivió David en los preparativos para la construcción del templo. Dos textos resumen lo que acá hemos dicho: Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente” v.9. Y también: ” porque: ¿quién soy yo y quien es mi pueblo para que pudiéramos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo y de lo recibido de tu mano te damos(1 Crónicas 29:9. 14). ¿Es esta la motivación que tenemos al dar?

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Le invitamos a que escuche nuestro programa: La Palabra Expuesta, en la WUST 1120 AM, Todos los lunes a la 1:00 pm.

Julio Ruiz, es pastor de La Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 (pastorjulioruiz55@gmail.com)

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